quinta-feira, 3 de junho de 2010
UNA AVENTURA EN EL AMAZONAS
Yo sé que los niños de hoy
Temprano en la escuela aprenden
Sobre las cosas de la naturaleza
Y entonces ellos comprenden
Que los animales de la selva
No deven ser maltratados
Y ni tampoco cazados.
A pesar de esto, aún existen
Hombres mal acostumbrados,
Que capturam los animales
En la selva encontrados
Para llevarlos a la ciudad
Para vivir sin libertad,
Tristes y encadenados.
Debido a esta costumbre
Cierto dia aconteció
Una história interesante
Con un niño que yo
Conocí en la infancia
Todavia guardo en la memoria
De como esto sucedió.
Su nombre era Daniel,
Tenía diez años de edad,
Cuando su tio, Pedro,
Después de un largo viaje,
Llegó a nuestra ciudad
Trayendo una novedad
En las maletas de viaje.
El tio habló para él:
“Este es tu regalo
que yo traje de la selva,
solo alli pude encontrarlo,
y pensé: este animalito
llevaré a Danielito
para que él pueda cuidarlo.
El regalo era un mico
Muy peludo y muy pequeño.
El pelo, negro y suave,
Parecia de terciopelo.
Daniel, cuando lo vió
Se sentió feliz y sorrió.
Pensó: “Que suerte yo tengo”.
Guardó, entonces, el mico,
En una jaula que había
En el solar de su casa
Y era allí que todo dia
Daniel lo alimentaba,
Y con cariño cuidaba
Del animalito que crecía.
Después de algunos meses
Las vacaciones llegaran
Y Daniel y sus papás
Para lejos viajaran.
Pidieron a un vecino
Cuidar del animalito
Y en un avión embarcaron.
Ellos fueron para Manaus
Para hacer una visita
A la tía de Daniel
Llamada Maria Rita,
Que vivia desde pequeña
En esa ciudad brasileña
Moderna, grande y bonita.
Aprovecharan también
Para conocer los lugares
Que son puntos turísticos
Y fueran a los principales:
Al teatro, al mercado,
Al puerto muy agitado
Y a los centros culturales.
Para el dia siguiente
Planearan pasear
De barco en el Rio Negro,
Para por él navegar,
El rio estaba muy ancho
Y, con su oscuro color,
Él inspirava temor.
Y, en el dia siguiente,
Fueran en la excursión,
En el barco había un guía
Que les dava explicaciones,
Pero Daniel no lo escuchaba
Pues en la selva estaba
Toda su atención.
Miraba los árboles gigantes,
Que en la margen estaban,
Y algumas guacamayas
Que en el cielo volaban,
Y hasta un par de delfines,
Que igual a dos niños,
En el agua oscura jugaban.
Este fué un paseo
Para nunca olvidar.
Hasta indios verdaderos
El pudo observar,
Pero, él no podría
Imaginar lo que iría
Enseguida a enfrentar.
La divertida excursión
Ya estaba terminando,
Y el barco ya estaba
Para el puerto regresando,
Cuando surgió por la frente,
Em medio del agua corriente
Un grueso tronco flotando.
“İCuidado!”, gritó un hombre –
“Nos vamos a chocar!”.
Y el piloto del barco
Rápidamente intentó girar,
Pero no logró desviar.
Aquel choque fatal
Él no pudo evitar.
Cuando el barco se chocó
Con aquél tronco inmenso
Abrió en el casco un hueco,
Y la agua fué para dentro.
Pasajeros asustados
Gritaban desesperados,
El ambiente era tenso.
Pero, con mucha habilidad,
El piloto controló
Aquella situación
Que él alli enfrentó.
A pesar de averiado
Y con la bodega inundada,
El barco no se afundó.
Solo que en la confusión
Nadie había percibido
Que el niño Daniel
Había desaparecido.
La mamá sintió escalofrío
De imaginar que en el río
Daniel hubiera caido.
Le llamaran por su nombre
Comenzaram a buscar
Otros barcos que pasaban
Vinieron para ayudar.
Pero, por obra del destino,
En aquel día, el niño
No pudieron encontrar.
A pesar de mucha busca
Que fué realizada
Las chances de encontrarlo
Estaban todas perdidas.
Daniel iba flotando
Rápidamente distanciandose
Con un chaleco salvavidas.
La noche llegó rapidamente
Esperanza ya no había
De encontrar con vida
Aquel desafortunado niño.
Sin embargo, mientras los papás sofriam,
Dos indigenas lo socorrían
Con destreza y con cariño.
Estaban los indios pescando
Rio abajo, bien distante,
Cuando vieran Daniel
Pasando en ese instante,
Con frío, muy asustado,
Pero con fuerza agarrado
Al salvidas flotante.
Entonces remaran con fuerza
Y luego lo acompañaron
Para dentro de la canoa
Com prisa lo empujaron.
Terminado el salvamento,
Para el acampamento
A Daniel ellos llevaron.
Un indio llevó en los brazos
A Daniel, que adormeció.
Hasta hoy él no sabe
Con detalles lo que sucedió,
Pero, por lo que escuchó,
Se recuerda que solo despertó
Cuando el día amaneció.
A esa hora, ya había
Otros indios a su lado,
Que se sintieron muy alegres
Cuando lo vieran recuperado.
Y dentro de una choza
Él comió mandioca
Y un poco de pescado.
De los indios no eran todos
Que hablaban español.
De un grupo de cinquénta
Talvez solo dos o tres.
Por esto, uno que hablaba
Explicó que por alli pasaba
Un barco, una vez al mês.
Mientras el barco no llegaba
Solo podia esperar.
Muchos dias en la aldea
Tendria que demorar.
Daniel, entonces, lloró
Pero, enseguida aceptó
Lo que no podia evitar.
Daniel era un niño
Que tenía mucho coraje.
Esperó sin reclamar
El dia de su viaje.
Y nunca se olvidó
Las muchas cosas que aprendió
En aquél lugar salvaje.
Aprendió a capturar peces
Por dentro del igarapé.
A pescar aruanã,
Pacu e tucunaré.
Quién le indicaba el camino
Era el pequeño indiecito
Que era hijo del pajé.
Aprendió nombres de pájaros
De peces y animales.
Cada dia que pasaba,
Aprendia un poco más.
Pero sentia la nostalgia
De su casa en la ciudad
De estar junto de sus papás.
A vezes cuando pensaba
En su familia ausente,
Él imitaba un guañuz,
Con su grito estridente.
Viendo lo que sucedia,
El cacique siempre decia:
“Él és indio como nuestra gente”.
Un dia, el cacique llamó
Daniel y lo dije asi:
“Ya é llegado el tiempo
De el niño blanco partir
Su barco no demora.
Niño, no se vaya
Sin despedirse de mí”.
Comprendiendo que un barco
Brevemente llegaria,
Daniel no contenia
Su enorme alegria.
Saltaba alegremente,
Pues ahora, finalmente,
A su casa volveria.
En ese momento, un indiecito
Comenzó a lamentarse
Y preguntó al cacique:
“Él no puede quedarse?
Él ahora es mi amigo,
Gusta de jugar conmigo,
Por que él nos tiene que dejar?”
El cacique respondió:
“Curumin va a entender
Cuando sea mayor
Y pueda comprender
Que para todo ser liberto
Existe un lugar cierto
Donde él debe vivir”.
“Se Daniel se queda aqui
Seria una crueldad,
Como hacen con los animales
Que llevan para la ciudad.
Por esso él debe irse
Para allá reunirse
Con su pueblo, de verdad”.
Entonces, en el dia siguiente,
El barco por alli pasó,
Y, con destino a Manaus,
Daniel se embarcó.
Después de algunos dias,
Encontró con sus papás
En el lugar donde todo comenzó.
Cuando llegó a Manaus,
Hubo una fiesta en el puerto.
Decian que Daniel
Ya era dado por muerto.
Pero ahora regresaba
Para la familia que amaba
Gozando de todo conforto.
Después de haber regressado
A la ciudad donde nació,
Me contó toda la aventura
Que en la selva vivió.
Como los indios le salvaron
Y también le enseñaron
Muchas cosas que aprendió.
Me habló que muchas veces
Na selva estaba solito
Y recordaba de la familia,
De sua amor y su cariño.
Y quedaba imaginando:
“Yo creo que estoy pasando
la misma suerte que el miquito”.
Entonces, Daniel rezaba:
“Dios mio, ayudame,
A volver a mi casa,
Yo no voy a querer fiesta.
Pero prometo hacer
De todo para devolver
El mico para la selva”.
Y, de hecho, fué así
Que terminó este drama:
En el dia que Daniel
Fué a dormir e su cama,
Sólo aceptó acostarse
Después que su papá entregase
El miquito para el IBAMA.
Del IBAMA el miquito
Fué a vivir en un zoológico.
Alli tuvo tratamiento
Médico y odontológico.
También fué readaptado
Para después ser libertado
En un parque ecológico.
Daniel hoy es adulto
Y habla siempre conmigo.
Aún le gustan aventuras
Y de jugar con el peligro.
Micos, no tuvo más,
Pero, de los indios y animales
Continua siendo muy amigo.
Y usted que es un niño,
Y legó con mucha atención,
No necesita perderse
Para aprender la lección:
Para criar perro y gato
Mientras los animales de la selva
La gente deja donde están.
Marcos Mairton
Traducción: Pedro Arenas
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